Monday, August 17, 2009

Memoria a largo plazo

Eva me dijo una vez que la memoria a largo plazo empieza cuando uno tiene seis años de edad. No estoy de acuerdo en lo absoluto, claramente recuerdo estar acostado boca arriba en la terraza de mi casa jugando con un caballito de madera, cuando, de repente éste soltó uno de los tornillos, si, un tornillo, que fue a parar justo a mi garganta. Eso significó radiografías constantes para monitorear el curso del tornillo, hasta que la naturaleza tomó su curso y el elemento extraño salió. En ese entonces tenía poco más de dos años y como dije antes, los detalles aún están presentes en mi memoria.Hay muchos otros recuerdos de aquellos días, pero es difícil distinguir con claridad entre los recuerdos puros, y los que se fueron construyendo con el tiempo, en base a las anécdotas recurrentes de mis familiares cercanos, y los aportes de mi propia imaginación. Lo anterior es para dejar claro que los hechos que relato a continuación, pueden estar matizados con pinceladas de ficción, pero en el fondo son bastante reales.La familia de mi padre es de Dajabón, así que era común que siendo yo niño pasara temporadas en casa de mis distintas tías, que vivían en aquella provincia fronteriza, donde los largos apagones que dejaban sin energía eléctrica a la población durante horas y a veces hasta días, eran tan comunes como divertirse yendo al matinée, o sentarse en el parque a comer dulce de raspadura.Tendría yo unos ocho años de edad, aquella noche escapada de Dios, cuando me mandaron al colmado del Chino Yoni, a comprar hielo. No había luz desde hacía dos días, pero el chino tenía una potente planta que funcionaba como heroína del barrio La Fe. Desde la casa de mi tía hasta el colmado habían solamente un par de cuadras, pero los alrededores del camino estaban llenos de montería, lo que sumado a la oscuridad, hacía el trayecto, para un niño de mi edad extremadamente largo. Recuerdo que cuando me enviaban a algún mandado, lo hacía corriendo lo más rápido que mis fuerzas me permitían y además iba cantando todo el camino canciones de muñequitos. Esa noche no fue diferente, hasta que a mitad del camino, tropecé con un peñón y caí al suelo. Me pelé las dos rodillas, y cuando me levanté y miré hacia delante, tenía frente a mí, la visión más horrorosa que haya experimentado en toda mi vida. Claramente podía ver como en mitad del camino estaba este señor, machete en mano con el cuerpo aparentemente sin vida de una mujer, a los pies. Ambos pálidos como la leche. Casi podía verse a través de ellos (de hecho recuerdo que podía hacerlo). El caso es que me miró aquel individuo, con los ojos inyectados en sangre y la respiración agitada, como si acabara de terminar una maratón. Se llevó el dedo índice de la mano que tenía libre a los labios, y me hizo la seña de silencio. Yo me quedé inmóvil, cerré los ojos y empecé a cantar. Cuando por fin me tranquilicé, estaba en el colmado del chino bebiendo refresco rojo y comiendo pan con mambá. Los que me llevaron allí dicen que cuando oyeron la bulla salieron corriendo a ver que me pasaba, y que me encontraron con los ojos cerrados las manos en los oídos, y gritando a todo galillo la letra del galáctico. No les conté lo que vi, no me hubiesen creído de todas formas.

1 comment:

Fer... said...

Hola Juan Manuel, te respondo el mensaje que dejastes en mi blog "duralavidadelescalador.blogspot.com"
con respecto a tu venida en diciembre.
Normalmente vamos a Barker una vez por mes, dependiendo del clima y compañeros. Pero en Diciembre de este año, el plan es salir una semana completa a Mendoza o Bariloche a hacer un poco de tradicional.
A Barker, casi toda la comunidad escaladora de Buenos Aires va, con lo cual si visitas alguna casa de escalada seguramente podrás sumarte al viaje. Te paso unos links de gimnasios de bulder aca en buenos aires, regularmente hacen viajes a Barker y otros destinos que están a 400km de Buenos Aires:
www.realization.com.ar
www.escaladarustik.com.ar
www.campusescalada.com.ar
www.escala-a-tope.com.ar